sábado, 19 de septiembre de 2009

A 33 años de “La noche de los lápices”


16 de septiembre de 1976
La operación conocida como la “Noche de los lápices”, que se desarrolló entre agosto y octubre de 1976, implicó el secuestro y desaparición de estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata, que habían luchado en defensa de un boleto estudiantil.
En la madrugada de ese día, entre las 12:30 y las 5 hs fueron secuestrados de los domicilios donde dormían los estudiantes secundarios y militantes de la UES. Desde el año anterior estaban movilizándose por el boleto estudiantil. Gracias a la lucha popular, los mártires de “La noche de los lápices” han quedado en la historia.
Eran Claudio de Acha (17 años), María Claudia Falcone (16), Horacio Ugaro (17), Daniel Alberto Racero (18), María Clara Ciocchini (18) y Francisco López Muntaner (16). Sólo uno, Pablo Díaz, sobrevivió.
Durante 1975 estuvieron impulsando desde sus colegios asambleas, petitorios y movilizaciones. Finalmente, lograron su objetivo: arrancarle al gobierno de Isabel Perón-López Rega el boleto estudiantil en la ciudad.
El triunfo fue anunciado el 13 de septiembre de 1975 por Daniel Racero, que “se trepó al mástil del patio del Normal Nº 3 flanqueado por Horacio Ungaro, para anunciar la conquista del boleto estudiantil secundario”, por primera vez en la historia de La Plata (La noche de los lápices, de María Seoane y Néstor Ruiz Núñez).
Un año después de aquel triunfo, el terrorismo de Estado había reemplazado desde el gobierno militar a las bandas parapoliciales. Con la dictadura militar la represión comenzó a golpear a miles y miles de activistas de todos los sectores que habían enfrentado a Isabel Perón. En los colegios platenses, los estudiantes se organizaban clandestinamente y resistían con volantes, pintadas y otras actividades.
El coronel Ramón Camps, jefe de la policía bonaerense del 76 y el 77, dio una orden a su segundo, el comisario general Miguel Osvaldo Etchecolatz (jefe de investigaciones): “Acabar con el accionar subversivo en las escuelas”. Hombres de anteojos oscuros, milicos y policías armados comenzaron a ingresar en los colegios para amedrentar y recoger información sobre los pibes que habían encabezado la lucha por el boleto.
La noche del 16 de septiembre secuestraron y “desaparecieron” a los seis jóvenes. A los pocos días chuparon a otro, Pablo Díaz, que fue el único sobreviviente y pudo declarar que habían sido brutalmente torturados en el Pozo de Banfield.
 Fuente: Mercedes Petit


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