miércoles, 14 de abril de 2010

MALVINAS A 28 AÑOS 1982-2010



 El año pasado realizamos una editorial, sobre el pensamiento de los chicos sobre Malvinas, qué sienten, qué piensan y que saben sobre la Guerra. Hoy decidimos recordar aquél triste suceso de nuestra cercana historia, de otra manera. Gracias a colegas de otros Centro de Actividades Juveniles pudimos acceder a cartas que en esos días se escribían en distintos colegios de todo el país y se enviaban a los soldados.
A continuación compartimos esta historia emocionante…..
Ella a los 11 años le escribió una carta y él respondió desde Malvinas

Ella era alumna de sexto grado y tenía 11 años; él era un conscripto en Malvinas. Ella le escribió una carta al soldado que combatía en Malvinas; él le respondió contándoles que tenía frío, hambre, miedo e incertidumbre. Se conocieron recién el 26 de mayo del 2005. La historia del encuentro empezó con una carta a la sección Lectores del diario Clarín. Aquí la nota:
El 26 de abril de 1982, una nena de 11 años, alumna de sexto grado en la escuela número 25, "Carmen Sonda de Pandolfini", en el barrio de Agronomía, le escribió una carta a un soldado argentino que combatía en las Islas Malvinas. Letra prolija, sin faltas de ortografía, Paula Cecilia Oliveri se esperanzaba: "Deseo muchísimo que lo estés pasando muy bien. Siempre día y noche pienso en ti".
A más de 3.000 kilómetros de Buenos Aires, el soldado Oscar Alfredo López, que recibió la carta, no la estaba pasando bien. Tenía frío, hambre, miedo, incertidumbre. Las líneas que había escrito la chica, hicieron lagrimear al conscripto del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10, "Coronel Isidoro Suárez", de La Tablada. Casi enseguida, Oscar López respondió. Su carta llegó a la escuela en los primeros días de ese mayo triunfalista.
"Me acuerdo que la directora, la señora Marta Fumo, me entregó la carta. Yo la tuve un rato en mis manos, pero no me animé a abrirla. Eran las 9 de la mañana y estábamos en el patio de la escuela, y la directora dijo que la iba a leer a todos los alumnos. Cuando empezó a leerla, sentí una gran emoción. Decía 'querida Paula', y de lo que más se quejaba era del frío. 'Ahora todo está en calma', creo que escribía. Y hablaba de la terrible soledad y del viento helado. Mi maestro, Jorge Clemenceau, volvió a leerla en el aula y me recomendó que la guardara en un lugar seguro. 'Pegala en tu carpeta', me sugirió. La pegué abierta y le hice un recuadro", cuenta 23 años después Paula Oliveri, de 34 años, soltera.
LA ISLA DE LA BUENA MEMORIA (Alejandro Lerner)
Madre, me voy a la isla, no se contra quién pelear;
tal vez luche o me resista, o tal vez me muera allá.
Creo que hace mucho frío por allá;
hay más miedos como el mío en la ciudad.
Qué haré con el uniforme cuando empiece a pelear,
con el casco y con las botas, ni siquiera sé marchar.

No hay mal que no venga al Hombre, no hay un Dios a quien orar
no hay hermanos ni soldados, ya no hay jueces ni jurados,
sólo hay una guerra más.

Desde que llegué a la isla no tengo con quién hablar.
Somos miles los unidos por la misma soledad.
Creo que hace mucho frío por acá;
hay más miedos como el mío en la ciudad.
Ya se escuchan los disparos entre muerte y libertad,
cae mi cuerpo agujereado, ya no podré cantar más.

Hizo demasiado frío por acá;
hay más miedos como el mío en la ciudad.
No hay mal que no venga al Hombre, no hay un Dios a quien orar,
no hay hermanos ni soldados, ya no hay jueces ni jurados,
sólo hay una guerra más...
y cada vez hay menos paz.